3 de septiembre de 2009

EL JÚPITER (Historia paralela de este club de fútbol y del Poblenou):::::::::::::::::::::::::::::::::::

En 1909 en la playa de la Mar Bella los domingos por la mañana eran frecuentes los concursos de globos aerostáticos. La junta del recién constituido club de fútbol de la barriada de Pueblo Nuevo decidió tomar el nombre del globo vencedor en uno de esos concursos. Ganó uno que llevaba el nombre de Júpiter. Solían jugar en un descampado del Campo de la Bota.


Federado en 1912 el club diversificó sus actividades deportivas entre las que destacaban las secciones de atletismo y excursionismo, a las que se sumaba la edición de un boletín. En 1921 el club adquirió el campo de la futura calle Lope de Vega en el que se construyó una tribuna de madera. En los años veinte el club gozó de una gran popularidad y una enorme asistencia de público a los partidos.El Júpiter se proclamó campeón de España de segunda en la temporada 1924-1925. Tenía una cantera propia y eran muchos los jóvenes que deseaban jugar en el equipo, puesto que algunos jugadores habían conseguido fichar por otros equipos de mayor nivel y posibilidades económicas. Pueblo Nuevo en los años veinte y treinta era un barrio eminentemente obrero y fabril, cenetista y republicano. La presencia de la CNT en la vida cotidiana de los obreros era omnipresente, tanto como factor de adaptación de la masiva emigración a un medio urbano hostil, como garantía de solidaridad ante la explotación del patrono, las injusticias, la desigualdad social, la brutalidad policial, el paro o la enfermedad. El catalanismo por su parte era absolutamente predominante entre la pequeña burguesía y los industriales. El Júpiter durante la Dictadura había sufrido directamente la represión, llegando a prohibirse la estrella de cinco puntas sobre cuatro barras de su escudo por sus connotaciones independentistas y catalanistas. Los militantes anarquistas aprovechaban los desplazamientos del club para transportar pistolas dentro de los balones, que por entonces estaban formados por una cámara de aire en el interior de un cuero que se cerraba mediante unos cordones. Bastaba con sustituir la cámara de aire por las pistola desmontada. Las ideas y actividades políticas de los socios o simpatizantes del Júpiter eran inevitablemente molestas al gobierno de Primo de Rivera. El campo del Júpiter de la calle Lope de Vega fue utilizado en julio de 1936 como punto de encuentro para iniciar la insurrección obrera contra el alzamiento militar, por la cercanía del domicilio de la mayoría de anarquistas del grupo "Nosotros" y la enorme militancia cenetista existente en el barrio. El Comité de Defensa de Pueblo Nuevo había requisado dos camiones de una cercana fábrica textil, que fueron aparcados junto al campo del Júpiter, que los anarquistas utilizaban también como arsenal clandestino. Gregorio Jover vivía en el número 276 de la calle de Pujades. Ese piso, durante toda la noche del 18 al 19 de julio, se había convertido en el lugar de reunión de los miembros del grupo "Nosotros" en espera del aviso del alzamiento militar. Acompañaban a Jover, Juan García Oliver, que vivía muy cerca, en el número 72 de la calle Espronceda, casi esquina a Llull; Buenaventura Durruti, que vivía a un kilómetro escaso, en la barriada del Clot; Antonio Ortiz, nacido en el barrio de La Plata de Pueblo Nuevo, en el chaflán de las calles Independencia/Wad Ras (ahora Badajoz/Doctor Trueta); Francisco Ascaso, que vivía también muy cerca en la calle San Juan de Malta; Ricardo Sanz, también vecino de Pueblo Nuevo; Aurelio Fernández y José Pérez Ibáñez "el Valencia". Desde el piso de Jover alcanzaba a verse la valla del campo del Júpiter donde estaban aparcados los dos camiones. A las cinco de la mañana llegó un enlace comunicando que las tropas habían empezado a salir de los cuarteles. La táctica obrera había acordado dejar que las tropas salieran a la calle sin hostigarlas, porque sería más fácil derrotarlas fuera de los cuarteles. Las calles Lope de Vega, Espronceda, LLull y Pujades, que rodeaban el campo del Júpiter, estaban repletas de militantes anarquistas armados. Una veintena de los más curtidos, probados en mil luchas callejeras, subieron a los camiones. Antonio Ortiz y Ricardo Sanz montaron una ametralladora en el camión que abría la marcha. Las sirenas de las fábricas del barrio comenzaron a ulular llamando al combate. Era la señal acordada para el inicio de la lucha. Y esta vez la alarma de las sirenas cobraba su significado literal de tomar las armas para defenderse del enemigo: "al arma". Los camiones, bandera rojinegra desplegada, seguidos de un cortejo de hombres armados, cantando "Hijos del Pueblo" y "A las barricadas", animados por los vecinos asomados a los balcones, enfilaron hasta la Rambla de Pueblo Nuevo para subir hasta Pedro IV y de allí hacia el centro de la ciudad. Jamás las estrofas de esas canciones habían tenido tanto sentido: "aunque nos espere el dolor y la muerte contra el enemigo nos llama el deber, el bien más preciado es la libertad, hay que defenderla con fe y valor"; "en la batalla la hiena fascista con nuestros cuerpos sucumbirá, y el pueblo entero con los anarquistas hará que triunfe la libertad".

El grupo "Nosotros", constituido en Comité de Defensa Revolucionario, dirigió en Barcelona la insurrección obrera contra el alzamiento militar desde uno de esos camiones aparcado en la Plaza del Teatro. En el propio Pueblo Nuevo los vecinos asaltaron el cuartel de los Docks en la Avenida Icaria, utilizando tácticas que sorprendieron a los militares por su arrojo e imaginación: grandes rollos de cable del puerto fueron usados como barricadas móviles y las puertas del cuartel fueron abatidas por camiones lanzados sobre ellas a toda velocidad. Hoy ese cuartel ha desaparecido entre las reformas urbanísticas de la Villa Olímpica. En treinta horas militares y fascistas fueron derrotados y la ciudad quedó en manos de una federación de barricadas. Luego Pueblo Nuevo vivió la guerra, los bombardeos, el hambre y por fin la derrota, el exilio de muchos vecinos, el campo de concentración del "Cànem", los fusilamientos diarios del Campo de la Bota, y sobre todo muchos años de un miedo al que llamaron paz.El Júpiter, tras el triunfo del fascismo, perdió por segunda vez el escudo de la estrella y las cuatro barras que había recuperado con la llegada de la República. El club era además sospechoso de haber colaborado económicamente con el Socorro Rojo. En 1940 la dictadura franquista intentó convertir al Júpiter en una filial del Español, cambiándole incluso el nombre de Júpiter por el de Hércules. En los años cuarenta el club estuvo a punto de desaparecer y en 1948 cambió el campo de Lope de Vega por el actual de La Verneda, situado entonces en un descampado rodeado de masías y tierras de labranza, muy lejano del núcleo urbano de Pueblo Nuevo. Hoy las masías de La Verneda han desaparecido, sustituidas por enormes bloques de viviendas de más de veinte pisos, sin apenas zonas verdes, herencia terrible del urbanismo desenfrenado y la especulación del suelo de la etapa Porcioles. En el antiguo solar del campo del Júpiter se construyó un colegio público y unos jardines, en lo que es hoy una plaza sin más nombre que el de las cuatro calles que la delimitan. Quizás algún día, no sin lucha mediante, se llame plaza del Júpiter o, por qué no, del 19 de julio de 1936. Hoy, el cuartel de los Docks ha desaparecido bajo las reformas urbanísticas de la Villa Olímpica, sin que nada recuerde la gesta heroica de los combatientes anónimos del proletariado barcelonés. Hoy, en el Campo de la Bota, donde jugó el Júpiter en sus inicios, se ha levantado la explanada, hoteles y palacios del Foro de las Culturas. Y entre los dos edificios más destacados se ha permitido que siguiera en pie una columna de hierro, que ya se había erigido antes, en memoria de tantos que allí fueron fusilados, aunque al parecer oficialmente, y si nadie lo impide, pretenden llamarla Columna de la Concordia. Así pues el Foro se levanta físicamente sobre el mismo lugar donde para satisfacer una venganza fascista insaciable fueron fusiladas desde 1939 hasta 1952 más de tres mil personas, en su mayoría absolutamente inocentes, asesinadas en nombre de Dios, de Franco y de la Iglesia. Ayer, el Campo de la Bota fue un miserable barrio de barracas y lugar de exterminio de los rojos. Hoy, bajo el Foro hay una depuradora y delante una central térmica. Y por supuesto el discurso del poder nos habla de sostenibilidad, de energía limpia, de paz entre los pueblos, de lucha contra la pobreza, de armonía con la naturaleza, es decir, de todo aquello que la propia construcción del Foro niega en la práctica: edificios y espacio público destinados al negocio privado, inversiones multimillonarias ajenas al interés y necesidades de los ciudadanos, con mierda debajo y contaminación enfrente.Nos quieren vender su gestión del caos, la corrupción y la catástrofe imparable a la que nos lleva la descomposición social y económica del capitalismo como el mejor de los paraísos posibles, con operaciones especulativo-financieras hábilmente camufladas como grandes espectáculos, ayer las Olimpiadas y hoy el Fórum. El plan del 22 arroba acabará desplazando a los vecinos del barrio, arrojándoles fuera con una mezquina indemnización, substituyéndolos por yupis con lujosos pisos, favoreciendo la especulación inmobiliaria de siempre, destruyendo los últimos vestigios fabriles, permitiendo la edificación de hoteles y rascacielos irracionales, intentando minimizar el fracaso de su proyecto de establecimiento de empresas de tecnología “limpia", y reduciendo al mínimo posible las zonas verdes o el equipamiento público. El 19 de Julio la calle en Pueblo Nuevo fue del proletariado que la conquistó con las armas tomadas al ejército sublevado, cuando asaltó los cuarteles de San Andrés; hoy es propiedad del complejo urbanístico-empresarial del ayuntamiento, las inmobiliarias y las grandes empresas de servicios, que también en su día tomaron al asalto esos mismos cuarteles para desalojarlos de "marginales, sin-papeles, sin-techo e indeseables". Es la hora histórica del pelotazo continuo: pagan los de siempre.Por cierto, el Júpiter descendió a Primera Catalana, división en la que juega desde 1998. Barcelona, pese a la autocomplacencia municipal y el narcisismo hábilmente inculcado a sus ciudadanos, no juega en la primera división capitalista de las ciudades del mundo: New York, Tokio, París, Londres..., ni tampoco en segunda: Milán, Madrid, Roma, Chicago, Frankfurt, Zurich..., aunque a nuestros gestores de tercera y sus cómplices siempre les quedará la primera catalana.

Agustín Guillamón (julio 2004).