Como en el anterior caso, también la figura de Valeri Mas Casas forma parte de esos militantes que ocuparon cargos en la CNT y en la Generalitat en esos momentos críticos de la guerra civil y que, con la premisa de ganarla, determinaron de hecho la renuncia revolucionaria. Como Joan Fàbregas, Valeri Mas también nació en Sant Martí de Provençals, pero en el año 1894.
A los 14 años, ya en Granollers, se afilia al "Sindicat de Cilindradors de Teixits" y posteriormente a la CNT, si bien como contramaestre textil fue promotor en el Vallés Oriental del combativo sindicato "El Radium".
Con otros compañeros funda el Ateneo Libertario de Granollers en plena dictadura de Primo de Rivera. Durante la República fue varias veces detenido y se muestra especialmente activo como organizador de huelgas o sumándose al levantamiento anarquista de aquella ciudad y perseguido se instala en Barcelona. Pero es en la guerra civil cuando ocupa altos cargos de responsabilidad en la CNT, representándola en el Comité Central de Abastos. Desde Enero de 1937 participa en el Comité de Enlace de la CNT-FAI con socialistas y comunistas. En Noviembre de 1936 es nombrado secretario general del Comité Regional de Catalunya en oposición a los sectores más radicales.
Con vehemencia se muestra partidario de la participación del Sindicato anarquista en la Generalitat, incluso en la crisis de Mayo del 37, cuando bajo la excusa de devolver el control de las comunicaciones al gobierno se asalta la Telefónica, entonces feudo anarquista y se lleva a cabo un auténtico golpe de estado interno, a partir del cual la CNT perderá la hegemonía y respeto que había conquistado en la Revolución del 36.
Es fácil ahora juzgar la postura de Valeri Mas, pero a la vista de las graves consecuencias que se derivaron de su participación, parece claro que no estuvo acertado ni leal con las bases obreras ni con sus "aliados políticos" del POUM. El historiador Agustín Guillamón en su libro titulado "La Agrupación de los Amigos de Durruti" lo expresa así:
"La estúpida ceguera, la fidelidad inquebrantable a la unidad antifascista, el grado de colaboración con el gobierno republicano de los principales dirigentes anarcosindicalistas (desde Peiró hasta Federica Montseny, de "Abad de Santillán" a García Oliver, de "Marianet" a Valerio Mas) no eran un dato irrelevante, ni desconocido, para el gobierno de la Generalidad y los agentes soviéticos. Se podía contar con su exulta santidad, como demostraron colmadamente durante las Jornadas de Mayo."
Con vehemencia se muestra partidario de la participación del Sindicato anarquista en la Generalitat, incluso en la crisis de Mayo del 37, cuando bajo la excusa de devolver el control de las comunicaciones al gobierno se asalta la Telefónica, entonces feudo anarquista y se lleva a cabo un auténtico golpe de estado interno, a partir del cual la CNT perderá la hegemonía y respeto que había conquistado en la Revolución del 36.
Es fácil ahora juzgar la postura de Valeri Mas, pero a la vista de las graves consecuencias que se derivaron de su participación, parece claro que no estuvo acertado ni leal con las bases obreras ni con sus "aliados políticos" del POUM. El historiador Agustín Guillamón en su libro titulado "La Agrupación de los Amigos de Durruti" lo expresa así:
"La estúpida ceguera, la fidelidad inquebrantable a la unidad antifascista, el grado de colaboración con el gobierno republicano de los principales dirigentes anarcosindicalistas (desde Peiró hasta Federica Montseny, de "Abad de Santillán" a García Oliver, de "Marianet" a Valerio Mas) no eran un dato irrelevante, ni desconocido, para el gobierno de la Generalidad y los agentes soviéticos. Se podía contar con su exulta santidad, como demostraron colmadamente durante las Jornadas de Mayo."
El día 3 de Mayo a las 14,45 h., esperando que por ser la hora de la comida no encontrar tanta reisistencia, el comisario general de Orden Público Eusebi Rodríguez Salas, del PSUC, cumple la orden del conseller del Interior, Artemi Aiguader, de ERC, de asaltar con tres camiones llenos de Guardias de Asalto el edificio de Telefónica de Plaza Catalunya. Los trabajadores de la CNT del primer piso, sorprendidos, son desarmados, pero los de arriba, alarmados, oponen una feroz resistencia, utilizando una ametralladora desde la azotea.
La confrontación que se venía barruntando estalla entre los dos bandos: ERC, PSUC y UGT, junto a los cuerpos de seguridad republicanos, por un lado; y la CNT-FAI, Juventudes libertarias y POUM, por el otro.
De forma espontánea y sin seguir las directrices de la organización se levantan barricadas en los barrios obreros y principalmente en Las Ramblas, a la vez que se declara la huelga general.
En el Poblenou se vuelven a levantar las barricadas de la Carretera de Mataró (Pere IV), en Sants es asaltado el cuartel de los guardias de asalto, en el Poble-sec el comité de defensa derrota a la guardia nacional (antigua guardia civil). La CNT controla "la ciudad", pero los enfrentamientos armados, que causarán unos 500 muertos, seguirán. La Generalitat ha pedido ayuda al gobierno central y sus "ministros anarquistas", tomarán cartas en el asunto a su favor, con el envío de fuerzas de asalto el primero y con la llamada reiterada al abandono de las armas y la vuelta al trabajo los segundos.
De forma espontánea y sin seguir las directrices de la organización se levantan barricadas en los barrios obreros y principalmente en Las Ramblas, a la vez que se declara la huelga general.
En el Poblenou se vuelven a levantar las barricadas de la Carretera de Mataró (Pere IV), en Sants es asaltado el cuartel de los guardias de asalto, en el Poble-sec el comité de defensa derrota a la guardia nacional (antigua guardia civil). La CNT controla "la ciudad", pero los enfrentamientos armados, que causarán unos 500 muertos, seguirán. La Generalitat ha pedido ayuda al gobierno central y sus "ministros anarquistas", tomarán cartas en el asunto a su favor, con el envío de fuerzas de asalto el primero y con la llamada reiterada al abandono de las armas y la vuelta al trabajo los segundos.
La tarde del 3 de Mayo Valeri Mas, con algunos otros anarquistas, se presentó en el despacho de Tarradellas, para pedirle la inmediata retirada de las fuerzas de Asalto que intentaban ocupar la Telefónica. Tarradellas, y luego Artemi Aiguader, al que también visitaron, se hicieron los sorprendidos y pretextaron que ellos no habían dado la orden de ocupación de la Telefónica.
Esa misma noche se reunieron, en la Casa CNT-FAI, el Comité Regional de la CNT y el Comité ejecutivo del POUM para tratar sobre la situación. Tras un análisis en profundidad por parte de los poumistas; Valeri Mas, en nombre del CR de la CNT, agradeció a Nin, Andrade y Solano "la agradable velada", repitiendo varias veces que el debate y la discusión habían sido muy interesantes, y que habrían de repetir la experiencia. Pero sin decidir ninguna postura en común ni llegar a acuerdo alguno. Los dirigentes anarquistas con Valeri Mas al frente creían que era suficiente con "haber enseñado los dientes" a los estalinistas y republicanos, y que una vez demostrada la fuerza de la CNT no se atreverían a ir más allá.
Ante la negativa de Companys a destituir a los que dieron la orden del asalto el día 4 se endurecieron los enfentamientos, a pesar de los llamamientos repetidos a la calma de los "ministros anarquistas". Pero las bases obreras y también la corriente ideológica más radical , la agrupación "Los amigos de Durruti", y el propio partido del POUM, a pesar de sus deseos, ya empezaban a ver la imposibilidad de una victoria, ya que la misma dirección cenetista no estaba por ello sino todo lo contrario, el plano político era muy confuso y la posible respuesta de las columnas anarquistas armadas supondría el hundimiento de los frentes.
Por la tarde desde el Palau de la Generalitat García Oliver lanza por radio su patético discurso conocido como "La leyenda del beso":
"¡Camaradas! Por la unidad antifascista, por la unidad proletaria, por los que cayeron en la lucha, no hagáis caso de provocaciones. No cultivéis en estos momentos el culto a los muertos. Que no sean los muertos, la pasión de los muertos, de nuestros hermanos caídos, lo que os impida en estos momentos cesar el fuego. No hagáis un culto a los muertos. […] Todos cuantos han muerto hoy son mis hermanos; me inclino ante ellos y los beso. Son víctimas de la lucha antifascista y los besos a todos por igual"
"¡Camaradas! Por la unidad antifascista, por la unidad proletaria, por los que cayeron en la lucha, no hagáis caso de provocaciones. No cultivéis en estos momentos el culto a los muertos. Que no sean los muertos, la pasión de los muertos, de nuestros hermanos caídos, lo que os impida en estos momentos cesar el fuego. No hagáis un culto a los muertos. […] Todos cuantos han muerto hoy son mis hermanos; me inclino ante ellos y los beso. Son víctimas de la lucha antifascista y los besos a todos por igual"
Termina el día 4 con la idea a pesar de las consignas de los panfletos de "La Agrupación Los Amigos de Durruti", de que sólo queda la posibilidad de una retirada ordenada y con honor. Aún así, también había dirigentes como Ricardo Sanz que luego opinaba que los restos de la columna Durruti en sus emplazamientos en la Avenida Icaria, del Poblenou, se podían haber desplegado por la ciudad y haber vencido.